Pagina 12 LA LIBERTAD COMO RESPONSABILIDAD

por Liliana Mizrahi


Una aventura extenuante

 

"No se puede esperar mucho de una época en que se ha borrado de cuajo la pasión y el compromiso en beneficio de las leyes de mercado y de la técnica". (Castoriadis)

Nuestra cultura es para muchos profundamente desconcertante porque los códigos éticos que hemos heredado y queremos defender parecen ser en gran parte inservibles y descartables. Esto nos exige aprender a reflexionar las condiciones de nuestra existencia sin códigos conocidos. En ese sentido es imprescindible la creación o recreación de un pensamiento no-mutilado por la represión, el miedo o la indiferencia que nos ayude a comprender nuestra historia, nuestro país, nuestro tiempo, nuestro mundo y a nosotros mismos y desde ahí rastrear los hechos que nos han conducido a las actuales condiciones de vacío moral. Desde donde cada uno de nosotros se sienta concernido, donde la iniciativa y la inteligencia sean protagonistas podremos acceder a una conciencia histórica singular en tanto argentina y en tanto conciencia genérica en tanto conciencia de la humanidad. El salto de la humanidad, si sobreviene, pasa por la conciencia individual, por la conciencia de responsabilidad histórica que sea capaz cada uno de nosotros.

La libertad es un riesgo y se la evita. La libertad como responsabilidad, si bien es una poderosa fuente de emancipación puede ser una aventura extenuante, se la evita para entregarse a la servidumbre de la comodidad, de los entretenimientos, y del conformismo social. La libertad como responsabilidad es lo único que puede sustraernos del aislamiento y la apatía social.

Hablamos con frecuencia de libertad. Libertades teóricas y opresiones de hecho. No se trata de libertad en tanto liberación de una historia que oprime o de una coyuntura social que abruma. Se trata de libertad en tanto responsabilidad. Se trata de la libertad para asumir nuestra capacidad de responder a la emergencia social e histórica que nos concierne como democráticos. La libertad sin responsabilidad es una palabra vacía de su sentido más profundo. Su sentido de emancipación, autonomía, resistencia y ruptura. Y en la lista de los que no responden acerca de lo que necesitamos incluyo a nuestros gobernantes, a los dirigentes y a los políticos que se acoplan a las coyunturas de acción del momento. Nuestra sociedad tiende a producir y multiplicar agentes políticos, sociales, religiosos, empresarial periodísticos directamente irresponsables. Nuestra sociedad es libre en apariencia. En apariencia porque no estimula ni educa ni favorece los hábitos de responsabilidad. El valor predominante de nuestra época no es el valor responsabilidad es el valor seguridad. La seguridad es una ilusión. Nada es seguro. Pero hay tanta gente dispuesta a simplificarlo todo. Los principios de incertidumbre, azar y provisoriedad están incluidos en toda acci6n, humana, social, política, religiosa, económica o cultural. En el nombre de una seguridad mistificada se sacrifican valores auténticos como son la libertad, la solidaridad, la igualdad o la responsabilidad. El valor seguridad constituye el sostén del sistema político y económico de esta época y es el que alimenta el instinto y los reflejos sociales de los individuos. Los grados de libertad de un individuo se miden por su capacidad de respuesta crítica, por su criterio de responsabilidad individual y social ante la realidad. La responsabilidad histórica exige interrogarnos. El yo ante el espejo, turbador testimonio de nuestra dignidad o no. Cada uno enfrentado a las entretelas íntimas de su conciencia, entre la virtud individual y la ética social. La mirada acerca del significado de la existencia humana no atañe a una metafísica religiosa excluyente sino que nos concieme a todos porque repercute directamente en la percepción de lo que es nuestra propia vida.

 

 


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