Actualidad/ El crimen de Nora Dalmasso

Mujeres asesinadas

Por Liliana Mizrahi (*)

 ¿Qué tiene de tan importante e interesante el crimen de Nora Dalmasso, con la cantidad de crímenes con los que vivimos a diario? En tal caso, es un ejemplo más de violencia de género, de la vida en los countries y de la doble vida de muchos matrimonios.
¿Y porqué tanta prensa, televisión, radio, diarios? ¿Por qué la gente comenta y sigue las alternativas con tanta atención y curiosidad?

—¿Nunca leíste un policial? ¿A vos que te parece? —me preguntó un amigo.
—Me parece una más de Mujeres Asesinadas, (buen título para una serie).
En realidad, es una tragedia pero se lo ha convertido en un espectáculo y como vivimos en una sociedad que permanentemente arma espectáculos, escándalos y que ama el show, la tragedia se ha convertido en una serie televisiva, una telenovela de la noche.
— ¿Y qué pone de manifiesto? ... que los más perjudicados por las cuestiones irresueltas de los adultos son siempre los hijos. Y lo que no resuelva a tiempo la generación de los padres lo heredarán los hijos, o bien lo repetirán. Confieso que me impresiona ver al padre impasible, distanciado emocionalmente y muy compuesto hablar sobre su mujer, infiel, asesinada, mientras su pobre hijo lo acompaña haciendo muecas de dolor y malestar. ¿Por qué está ese joven ahí, frente a las cámaras?
Hay show, hay voyeurismo y hay morbo: “...lesiones y fisuras en el ano y lesiones en los genitales y paragenitales...” Es impúdica la muerte, los medios y también el público voraz de estos detalles entre eróticos y macabros.
La calidad de la atención que suscita podría ser equivalente a la pelea de Nazarena Vélez con no sé quién o de Florencia de la V con Laura Fidalgo. ¡Qué nivel! A veces pienso que hemos perdido la vergüenza, la inteligencia y la sensibilidad.
¿El adulterio es una novedad para alguna de nosotras? O no sabemos que se trata de una institución paralela al matrimonio, no legal pero su frecuencia estadística, está sí legitimada por el consenso social.
Los pactos, las complicidades que se pueden establecer en una pareja son frecuentes y universales, aunque no sean ni manifiestos ni concientes. Toda relación va creando pactos a lo largo de su historia, sobre esos pactos se va construyendo o deconstruyendo el vínculo. Se hace o se deshace el amor. De cualquier modo, lo reprimido (en los pactos) siempre aparece, vuelve. En este caso, como en la mayoría de los casos llevar y sostener una doble vida, además de cansador, en algún momento se revela, surge algún lapsus, acto fallido o indicio que denuncia lo oculto y clandestino.
La doble vida, la doble moral, el doble discurso en algún momento se desmoronan, por suerte triunfa la verdad, a veces hasta cuesta la vida como en el caso de Nora, pobre mujer.
¿Cuantas mujeres asesinadas tenemos a diario en nuestro país? Por crímenes pasionales, violencia doméstica, abortos mal hechos, partos no atendidos, desatención médica, etc...

¿Leyeron el crimen de esa adolescente de 16 años, mendocina, abusada y asesinada por su padre? Abusó de ella durante años, la madre lo denunció, lo detuvieron y el juez feudal que lo juzgó por abuso lo liberó por falta de mérito, volvió a su casa y mató a su hija. Era un crimen anunciado con anticipación por la madre, pero no se legitimó su denuncia ni el relato de la jovencita. Me pregunto: ¿Por qué esa noticia no despierta tanto interés como el show que se hace con el asesinato de Nora? ¿le falta glamour? ¿Es falta de mérito?
Pregunto: ¿que una mujer tenga amantes es algo nuevo? ¿qué es lo original de un matrimonio que busca y necesita de otros estímulos para sostenerse, que busque e incluya terceros que ayuden en la continuidad de la imagen que necesitan dar para afuera y hagan la vida un poco más entretenida?
El adulterio es una institución legitimada por consenso en esta cultura occidental (por supuesto que no en forma manifiesta) y es tan fuerte como el matrimonio. Ayuda a conservar las parejas que son una fachada y que muestran una vidriera hacia el mundo público, que no tiene que ver con la intimidad verdadera. Los de afuera miran (el coro griego comenta) idealizan, se quedan en la superficie de la imagen externa e ingenuos envidian. ¡Qué linda pareja! ¡Qué linda familia!... todo esto también en un lindo barrio, en una linda casa, con linda ropa, en un barrio elitista, promiscuo y recortado de la realidad. Me recuerda la película El Truman Show, una realidad falsa, idealizada, una estética de plástico que al final se resquebraja.

¿Y si hubiera sido al revés y lo hubieran asesinado a él? ¿Tendría el hombre tanta prensa, tanto escándalo? Si al marido lo hubieran descubierto con varias amantes sucesivas o simultáneas, ¿qué hubiera pasado? Quizás lo aplaudirían como a un campeón. Y es probable porque sería leído como viril, potente y muy masculino y seguramente su esposa lo perdonaría (por los chicos) y todo seguiría igual o parecido. En un matrimonio hay que mantener el statu quo, por muchas razones, por miedo al cambio de status social, por miedo a la soledad, por miedo al qué dirá el coro griego, por razones económicas, porque así es más fácil, más cómodo y más económico, por los chicos.

—¿Nos sorprende que un marido no se dé cuenta de nada de lo que está pasando en la vida de su mujer? ¿Es algo nuevo y original que nos toma de sorpresa? ¿Cuántos maridos hay que no saben quiénes son sus esposas ni sus hijos y además no les interesa demasiado? ¿Sorprende que siendo el hombre médico no haya hecho nada ante la percepción de que su esposa no andaba bien emocionalmente?

Me parece mucho más terrible, como realidad humana, esa nena abusada y asesinada por el padre. Eso sí que es una tragedia griega ante la que podríamos detenernos a pensar sobre la condición humana y la barbarie, la impunidad del juez, la impotencia de la joven y de su madre, la frecuencia del abuso sexual en niños y jóvenes dentro y fuera de la familia.

El crimen de Nora se transformó en un culebrón latinoamericano que puede llegar a ser satírico. Los comentarios que escucho son burlones, divertidos, procaces. Estamos esperando saber cuántas clases de esperma tenía y en qué orificio... y el hijo (bancando todo esto) pobrecito.
Una prostituta armó una historia de fiestas con Nora y resulta que se trataba de un chiste para Tinelli.
Me sigue sorprendiendo la impudicia de la muerte y la multiplicación geométrica de esa impudicia en manos de los medios.
Un country o barrio cerrado, como todos los espacios cerrados y excluyentes son lugares como La Caldera del Diablo (¿se acuerdan de esa telenovela de los 60?). Me parece que en esos lugares hay todo tipo de personas y pasa de todo, además es un caldo de cultivo para que fermenten las miserias humanas.
Y me sigo preguntando, ¿qué aprendemos de todo esto?

Pobre mujer, pobres hijos, sumado al dolor, a la pérdida, el escándalo.
Y el marido que (graciosamente) perdona. ¿Y quién es este señor para perdonar? ¿Por qué mejor no asume alguna responsabilidad y/o autocrítica? ¿Por qué no se cuida mejor él y a sus hijos de los medios? ¿porqué no pudo preservar a su mujer? Falsedad e hipocresía.
Ay, ay, la hipocresía de la doble moral burguesa.
La gente tan enfrascada en este tema, los medios que acosan, los abogados que declaran, los testigos... parecen deshumanizados.
Se me ocurre que mucha gente debe estar aburrida de su propia vida. ¿Será que tienen vidas chiquititas y bailando por un sueño no les alcanza para distraerse y entonces se ocupan tanto de los amantes de la pobre Nora?

Yo sigo pensando en el otro caso... ¿Qué va a pasar con ese juez de instrucción, Dalton Martínez, que liberó por falta de mérito a ese padre que luego mató a su hija? ¿No debería ser destituido...?

(*) Liliana Mizrahi es psicóloga clínica especializada en Psicoterapias de adultos y adolescentes en encuadres individuales y grupales; diseño de terapias vinculares, de pareja y familia; y coordinación de talleres vivenciales y de reflexión

 


 
 

Diciembre 2006

 

 



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