Procedimiento para probar la limpieza de Sangre

Al establecer su estatuto de limpieza de sangre, la Iglesia de Córdoba parece haber sido la primera en exponer el procedimiento a seguir para juzgar sobre la limpieza de sangre de un candidato. Arrodillado, con la mano derecha puesta sobre la imagen de un crucifijo contenido en un misal, el candidato debía jurar que no descendía ni de judío ni de moro. Luego debía señalar los apellidos de sus padres y abuelos, así como los lugares de su nacimiento. La investigación debía entonces ser emprendida por el ordinario, acompañado de dos delegados del cabildo, en la iglesia o en otro lugar público. Cuando fuera necesario llevar la investigación fuera de Córdoba, una persona, no necesariamente miembro del cabildo, sería nombrada para interrogar a los testigos designados por el propio candidato. Se indicaba también que el investigador recibiría una suma per diem según el rango de la persona, el trayecto recorrido y el tiempo empleado. Habiendo recogido todos los informes, el secretario o el notario debían leerlos al cabildo y un voto decidiría si el candidato podía entrar en posesión de su beneficio. Una simple mayoría afirmativa bastaba para admitirle, después de lo cual debía prometer guardar todos los estatutos y costumbres de la Iglesia, sobre todo en lo concerniente al honor del cabildo, y aún más particularmente a su estatuto de limpieza de sangre.

Los estatutos de Limpieza de Sangre. Albert A. Sicroff. Pag. 121.


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